Para los forasteros, el reino forestal de Athel Loren es un lugar melancólico y malicioso. El crujido y el gemido de la madera viva resuenan en su oscuro interior, el toldo parece absorber toda la luz y espíritus a medio ver se lanzan a toda velocidad entre las bóvedas al anochecer. Entrar es poner tu destino en sus manos. Dentro habitan los Asrai, los Elfos del Bosque. Aunque son originarios de Ulthuan, al oeste, como todos los elfos, desprecian la arrogancia santurrona de los Asur, los Altos Elfos y la decadencia asesina de los Druchii o Elfos Oscuros. Los Asrai se consideran los únicos elfos verdaderos que quedan en el mundo, ya que abrazan todos los aspectos de su naturaleza, tanto la luz como la oscuridad, y durante miles de años han vivido en armonía con el bosque sensible. Los Asrai comparten las tierras salvajes de Athel Loren con sus espíritus y protectores: las dríadas, los Espectros Ramificados y los antiguos guardianes de los Árboles. Adoptan a sus corceles, halcones y grandes águilas como sus huestes de guerra, e incluso los más raros dragones del bosque pueden dignarse unirse a ellos cuando lo necesitan con urgencia. Los elfos del bosque, incomparables arqueros y jinetes, rinden lealtad al semidiós Orión, que muere en llamas cada invierno, solo para renacer en primavera bajo El Roble de los Siglos. Salvajes, ágiles y absolutamente despiadados en la defensa de su tierra, solo un tonto incitaría a los elfos del bosque y a sus enérgicos aliados a entrar en conflicto. Para aquellos que presencien el impresionante espectáculo de una hueste de Asrai saliendo del bosque en una cacería salvaje, es probable que sea lo último que vean